viernes, 5 de marzo de 2010

Usted cállese - Saurio

Nos orinan los ángeles,
se nos secan las alondras,
nos cortamos con las tazas,
nuestras paredes se despeinan,
vemos desafinarse a los clavos,
perdemos los agujeros del bolsillo,
le sacamos leche a los adoquines,
enderezamos granos de arena,
cepillamos calabazas con relojes,
los teléfonos se nos vuelan por las ventanas,
las sillas nos enferman en semicírculos,
salen luces entre nuestros dientes
y debemos martillarnos las pestañas
para poder dormir.
Entonces, cállese,
vieja lagartija emplumada,
atildada comadreja rampante,
bolsa de pedos coloridos,
enunciador de espejos rasgados,
que es a nosotros,
y no a usted,
a quienes se nos ocurren
estos poemas resentidos.

De Lo que quedó después de que no quedó nada

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