domingo, 1 de agosto de 2010

Bagualita del que volvió - Bruno di Benedetto

Quien se ve muerto se consuela.
Paul Eluard

I.
Vengo de estar muerto.
Vengo con todos mis huesos,
mis glándulas de medio existir,
la boca seca, la rodilla rechinante
y todas mis costumbres respiratorias.

Calladito estoy
en un rincón de esta fiesta
a la que nadie me invitó,
en la que nada tengo que bailar
salvo las palabras que rescaté de la muerte.


II.
Es un paisito sin importancia la muerte.
Un paisito redondo
aplastado y blanco.
Uno podría andar agachado
si tuviera donde ir.

Uno se queda entonces
y mira
y no ve
y grita
y se le ahogan los gritos en aceite.

Casi no hay palabras en la muerte.

Cuando uno llega
le hacen dejar la lengua
en una tinaja de sal.

Uno pierde las manos
y también la mala costumbre de esconderse.


III.
No hay disimulos
ni escondrijos,
porque es toda de luz la muerte,
una luz plana como un cuchillo
o una mala caricia.
o un mal desierto al mediodía.

No queda lejos:
limita con toda carne,
con todo gesto.

(Ahí donde usted nace
ahí levanta su frontera
ahí afila su ojo, su instrumento.

Antes de que usted empiece a llorar
ya le dio de mamar su filo,
ya lo entró a acunar con estocadas
ya me lo va durmiendo
con su cuento de arena
y su canción de nada).

Redonda y chata como es,
es infinita la muerte.

de "Escrito en la línea de marea" (inédito)

1 comentario:

Chelo Candia dijo...

"vengo de estar muerto", me mató esa frase.