martes, 5 de abril de 2011

Segundo insomnio - Bruno di Benedetto

¿Para qué hablar?
Pero ¿Para qué callar?

Roberto Juarroz


Y en éste momento llega el poema
ahora que la noche se retuerce
en cada uno de sus perros

ahí está el abismo
décimas
hacia
abajo
un milímetro más allá
está la muerte


gran señora todopoderosa
que miras en lo oscuro
llena eres de espanto




La noche se retuerce en cada uno de sus perros:

los hombres encienden fuegos mechas orgasmos botellas
los hombres mastican carne papel cenizas pan duro humo

respiran peste

los hombres miran techos luces fantasmas palabras rostros caídos
los hombres escuchan motores guitarras gorgoteos roces

aullidos

agua y

perros
perros
perros

la noche se retuerce en cada uno de sus ritos.




Ahora
un hombre muere y otro nace
¿quién sale? ¿quién entra?
un hombre y una botella
¿cuál de los dos está vacío?
un hombre y una hoja de papel
¿dónde comienza el desierto?



Hagan sus apuestas
señores:

el papel
los cigarrillos
la noche
el poema
la paciencia del viejo
que se muere aquí al lado
al compás del tecleo
de la lettera veintidós
puteando al poeta
que putea al viejo
que tose y tose

quién qué
se acaba primero

hagan juego señores
dioses.



Pero también hay treguas
pero también hay silencios:

en la noche
la calma viene
con su mirada amarilla


Escucho el motor de un auto que se aleja
y tose
y escupe humo negro
calamar metálico
ocultándose de qué

pero del otro lado de la pared
el viejo ya no tose
muerto o
dormido
lejos ya
a salvo
de los secos estampidos de la lettera veintidós
gris celeste

pero no
sigue
me regala veintidós estampidos
de tos negra
de humo celeste
contar las paredes que se duermen
contra las paredes que se mueren


gran señora todopoderosa
que miras en lo oscuro
llena eres de espanto



Dormir es un oficio inseguro
porque el insomnio
porque las pesadillas
porque los perros

porque ocho horas de trabajo
más
ocho horas de ocio
más
ocho horas de descanso
- igual qué
- igual nada señorita
reviso y reviso
y no me da
el orden de los factores no me da
borrón y cuenta vieja
y no me da:

es triste sospechar de usted
señorita dora
pero acá
alguien mintió



y sin embargo
todavía sueño con pájaros
que migran

que migran
hacia dónde




dormir es un oficio incierto
porque ahí está tu cuerpo

blanco
caliente
desnudado a manotones

ciénaga dulce
muerdo
me hundo
lloro a gritos
porque
dónde está
tu alma



y sin embargo
todavía
me acuesto a tu orilla
como un barco escorado

como un loco
que ríe entre dos mareas



Dormir es un oficio imposible
cuando se sabe
que la noche abre las pupilas de los gatos
que en la noche una mujer se está abriendo
como las pupilas de un gato
que la noche se estira y se arquea
sobre la curva de un vientre
que la noche
vencida
se dobla sobre sí
una y otra y otra vez
hasta desaparecer
en un espasmo
igual a éste

pero lleno de luz.


No hay comentarios: