miércoles, 11 de mayo de 2011

Elipsis - Daniel Quintero

“No hay lenguaje sin engaño”
Italo Calvino



A tus manos de mundo, a tu verbo de ayer,
esa mirada de melancólica bohemia parisina
siempre a punto de ahogarse en el fondo de una hoja en blanco,
de un fondo blanco de ausencia, de volarse los infiernos.

A las venitas azules saltando de tu piel de vidrio,
a tu nombre familiar, a tu origen salino,
tu maldita poesía, tu desparpajo, las lágrimas eléctricas
de tu calendario acostumbrado.

A tu manía de alcohol, a tu sombra leve,
la rapsodia que inventaste sólo para perturbarme,
la mueca de tu olvido, esa risa de angustia,
tus ojos de llamarme, tu festejo de estepa.

A tu vientre inusitado, tu letra sucia,
tu maldad de obviarme, tu cielo tan temido,
el fantasma con que alivias el llanto, las noches,
el grito, la astucia, la alergia, tu cuerpo.

A la muerte que buscas, al amparo nocturno,
a llevarte en mis brazos, a decirte te quiero,
a gritarte al oído, a besarte al espejo,
a tu viento de sangre, a tu ultimo anhelo,
a tu agua bendita, a la más vana guerra,
de latir en las sobras de un basural de exilios,
de inventar de cemento duendes y Morfeo,
de llevarme tus labios, de morirme sin ellos.

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