miércoles, 23 de noviembre de 2011

la leyenda del remero tuerto - Jorge Spíndola

érase una vez a orillas de un río
la dicha y la desdicha
de un tal remero tuerto
cuyo sustento era cruzar
personas de un lado a otro
con su chalupa verde musgo
sobre las aguas de tal río.

a veces por agujero
de su ojo se escapaba
todo ese cansancio de la tarde,
otras veces un silencio
se le caía como piedra
sobre el agua
destruyendo el espejo de su cara.

pero en su otro, el ojo bueno,
había luz y en él la vida
se posaba seriamente/
el ojo atento preveía
las crecientes la lluvia
la gran noche sobre el cielo.

que este remero cierto día
tuvo un solo pasajero
que para males era ciego

- quiero dir del otro lado
señor remero tuerto

- son veinte pesos
si no trae mucho peso,
señor pasajero ciego.

y así tuerto y ciego
emprendieron su viaje sin demora

- que está bueno el día
- que voy a casa de un mío hermano
que siembra porotos y discordias

que estando en la mitad de ese río
se le zafa el remo a tal remero
con tanta mala suerte
que le pega tan justito
en su otro, el ojo bueno,
arrancándolo de cuajo como yuyo
que cortan los machetes

y en pegando un grito de dolor dice
- hasta aquí llegamos compañero
- muy bien- dice el ciego
bajándose del bote
en el medio de ese río
vaciando su ceguera en la corriente.

en tanto que el remero
boya sin sentido
preso de esas aguas
sin nada de ojo bueno para
adivinar la luz o la penumbra

solo
como un ojo de agua
girando a la deriva.

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